Ruta de Turismo Rural - San Jaquín y el río Yanuncay
Entrando a Cuenca por el Cajas, sorprende a los visitantes la variada gama de verdes en los fértiles retazos de tierra sembrada de hortalizas, flores y frutas que ofrece San Joaquín, parroquia rural de la ciudad establecida mediante ordenanza municipal en 1945. Su territorio abarca vertientes de ríos como el Yanuncay que riega campos productivos trabajados con empeño por su gente durante décadas, convirtiendo a este lugar especial en la “fuente hídrica de la ciudad y la despensa hortícola del austro” como se lo reconoce.
La tradición artesanal de sus habitantes se manifiesta en la elaboración de la cestería y otros objetos ornamentales tejidos en fibras vegetales. Por generaciones, las familias se han dedicado al tejido de piezas útiles y decorativas empleando la “duda” y el “zuro” en la urdimbre de sus apreciadas manufacturas.
La gastronomía hace de San Joaquín un sitio de pausa obligada para degustar sus platos típicos: cecinas (carne de res o de cerdo salada y secada al sol); motepillo con habas y queso; papas con cuero y otras delicias que deleitan el paladar de propios y extraños.
Este pueblo serrano de costumbres religiosas remotas, festeja a su patrono San Joaquín los días 16 y 17 de julio de cada año, y a María Auxiliadora, la última semana de mayo. En los dos casos, la celebración consiste en una misa en la que participan la mayoría de sus habitantes, quienes organizan luego, en un acto de fe cristiana, una solemne procesión. Existe en estas fiestas, un interesante despliegue de elementos tradicionales como son las presentaciones de disfraces, las danzas folklóricas, los grupos musicales, la quema de fuegos artificiales, los castillos, las vacas locas, las curiquingas, etc.
La parroquia de San Joaquín se ubica dentro de la zona Biósfera Macizo de Cajas, por lo que un alto porcentaje de su territorio está cubierto por zonas de alto valor ecológico ambiental. Las opciones para realizar turismo aquí son muy diversas, siendo el “Biocorredor del Yanuncay” una excelente alternativa que ofrece paisajes de gran belleza escénica y la posibilidad de observar a la naturaleza del sector en todo su esplendor.
Sayausí es una parroquia rural ubicada a 8 kilómetros al oeste del cantón Cuenca en la provincia del Azuay, con una población aproximada de 8.000 habitantes y una superficie de 31.573 hectáreas..
Los abundantes recursos naturales presentes en la zona, como ríos, bosques montanos, jardines y plantaciones, han hecho de ella un auténtico oasis verde de gran atractivo para el turismo. Al encontrarse cerca del Parque Nacional Cajas, Sayausí posee importantes recursos hídricos, con numerosos páramos, cuerpos lagunares y piscícolas que presentan gran interés para los visitantes.
Además, alrededor de la parroquia se han establecido comunidades campesinas en donde los turistas pueden ser parte de encantadoras experiencias vivenciales.
Es importante señalar que los programas presentados en este folleto, han sido sugeridos por los miembros de la comunidad de Sayausí, sin embargo, el turista puede escoger cualquiera de los puntos indicados en los mismos y armar un programa de acuerdo a su gusto y conveniencia.
Visitar un museo es mucho más que recorrer un espacio informativo
sobre cultura o historia. Es acercarse en forma vivencial a algunas de las manifestaciones humanas
más trascendentales: admirar el arte de manera tal que podamos vislumbrar su real mensaje;
comprender la artesanía en su verdadera dimensión humana y cultural; asomarnos a la historia de
forma que podamos revivirla y aprender de ella.
En la presente ruta invitamos a realizar un recorrido que, además de
ofrecernos la posibilidad de disfrutar todo lo anteriormente mencionado, nos permitirá descubrir la
belleza escénica de uno de los circuitos más atractivos de Cuenca: aquel que recorre las
inmediaciones del río Tomebamba a su paso por el centro de la ciudad.
¡Conozcamos un poco más de nuestro patrimonio en este dinámico y ameno
paseo!
Todas las grandes historias de pasión, tienen elementos comunes que
les permite calar hondo en el subconsciente de quien se acerca a ellas: amor, belleza, fervor,
devoción. Al igual que el encuentro entre dos personas cuyo destino ineludible es el fusionar sus
vidas más allá de los límites del tiempo y el espacio, la historia del encuentro entre dos culturas
puede también tener tintes de amor pasional, y este es el caso del encuentro entre Cuenca y Francia.
Invitamos a realizar un recorrido fascinante en el que se explora
los orígenes y el desarrollo de una relación que marcó la vida de una ciudad para siempre: Cuenca y
Francia, fusionadas en la memoria y en la arquitectura de un pueblo amante de sus tradiciones y
recuerdos. Acompáñenos a descubrir los matices que marcaron el primer encuentro entre estas dos
culturas, con la llegada a Cuenca de la Primera Misión Geodésica Francesa en un tiempo en el que el
mundo, era aún un gran misterio por develar. Luego, descifremos las razones por las que más de un
siglo después, esta relación marcada por las vicisitudes de aquel primer encuentro, se tornó
fructífera y renovadora, cambiando casi por completo la faz de la hasta ese entonces colonial
ciudad de Cuenca.
La ruta francesa, es más que un recorrido turístico. Es transitar en
el tiempo y el espacio para ser parte de una historia llena de vivencias, anécdotas, belleza y
tradición. Es conocer un poco más la esencia de una ciudad de gran riqueza patrimonial, tanto en lo
material como en lo inmaterial. ¡Bienvenidos!
Para realizar esta actividad, por favor contacta con operadoras de
turismo certificadas o solicita información en las oficinas Itur.
Cuenca está hecha de arcilla, de hierro forjado, de madera tallada, de rincones que sorprenden con la belleza de mil detalles finamente acabados con la creatividad de sus laboriosos artesanos.
Es una ciudad con encanto, cuyos habitantes dejan que su alma salga a la luz para transformarse en obra. Es nuestra intención que todos quienes participen en esta ruta, plasmen en su alma la sutil
belleza del trabajo artesanal de hombres y mujeres herederos de un legado ancestral. Es imprescindible volver a las raíces, explorar la esencia del ser humano detrás del artesano. Volvernos uno con el fuego de la fragua, con el barro del alfarero, con el metal transformado en sutiles formas, con las manos incansables que tejen una vida. Recorramos cada uno de estos espacios con los sentidos atentos y descubramos una razón más por la que Cuenca es considerada por muchos como “el tesoro de Los Andes”.
Según estimaciones realizadas por la Organización Mundial de Turismo, sobre las motivaciones religiosas en el mundo, en el 2016 hubo el desplazamiento de alrededor de 330 millones de personas a lugares relaciona-dos con la fe. La dinámica de estos viajes se desarrolla en torno a templos y santos que han ganado adeptos gracias a sus “grandiosos testimonios de milagros” o por la extraordinaria construcción de sus edificaciones, entre otras..
Santa Ana de los Ríos de Cuenca, Patrimonio Cultural de la Humanidad, conocida por su Centro Histórico, gastronomía, cultura, arqueología, parques naturales, hostelería y mucho más, suma a su lista de atributos, la de ser también una ciudad de fe, que alberga verdaderas joyas de la arquitectura católica y obras que enaltecen el trabajo de artistas de la escultura y pintura nacional e internacional.
Es así que la Fundación Municipal “Turismo para Cuenca” se complace en presentar una recopilación textual y fotográfica de iglesias, santuarios y otros sitios y tradiciones relacionados con la historia de su pueblo, desde su fundación española hasta el presente. De entre las decenas de edificaciones levantadas para el culto, mostramos en esta oportunidad, solo algunos de los ejemplos icónicos de la reli- giosidad morlaca, pero también de custodia de invaluables piezas que se cuentan como tesoro patrimonial.
En las páginas de esta publicación también se podrán encontrar datos sobre sitios de peregrinación a los que acuden los cuencanos, como parte de esa gran marea de feligreses en busca de un encuentro con su espiritualidad.
Les invitamos a conocer datos ocul- tos, a relievar el aporte de personas ilustres y de aquellas consideradas sencillas, en un recorrido que sin duda los contagiará de ganas de visi- tar aquellos rincones, que a través del cristianismo abren una nueva oferta para quienes buscan más allá del pla- cer de viajar, una oportunidad para vivir distintas y profundas experien- cias, que los motive a venir una y otra vez a la capital azuaya.
Según la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de
la UNESCO, formada en París en el año 2003, el patrimonio cultural inmaterial
se refiere a los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas
que las comunidades reconocen como parte de su identidad. Es trasmitido
de generación en generación , recreado constantemente por los grupos en
función de su entorno e interacción con la naturaleza y su historia. Para la
UNESCO, el Patrimonio Cultural Inmaterial es tradicional y contemporáneo al
mismo tiempo…constituye el patrimonio vivo.
La salvaguarda del patrimonio inmaterial es importante en la medida en que
promueve el respeto de la diversidad cultural, fomenta la creatividad humana,
fortalece la identidad y continuidad y aporta la cohesión social.
Según esta convención, existen cinco ámbitos que conforman este tipo de
patrimonio, uno de ellos refiere a los conocimientos y usos relacionados con
la naturaleza y el universo, mismo que abarca una serie de saberes, técnicas,
competencias, prácticas y representaciones que las comunidades han creado
en su interacción con el medio natural. Corresponde a este ámbito, entre
otros, la gastronomía, pues en ella se refleja la enorme diversidad de saberes,
hábitos, productos y creencias, resultantes de la creatividad humana.
En este contexto, la creación de un producto turístico que incluya la
planificación de una ruta de molinos y panaderías y la continuidad del Festival
del Pan iniciado por el Museo de las Conceptas, es una acción importante de
salvaguarda que busca no solo recuperar para el disfrute de locales y turistas
las antiguas recetas de la panadería tradicional cuencana, sino contribuir a la
solidaridad barrial y al robustecimiento de la identidad cultural de la ciudad de
Cuenca, ciudad en la que los oficios artesanales jugaron un rol fundamental
desde el momento de su fundación y que , hasta hoy, se refleja en su fisonomía
urbana, fuertemente relacionada con los oficios artesanales de sus habitantes.